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Channel: rumiar la biblioteca
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Miguel Albero o cómo fracasar mejor

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Miguel Albero, Instrucciones para fracasar mejor, Madrid, Albada (2013)
http://www.abadaeditores.com/libro.php?l=362#

¿Cansado del éxito en todo lo que se propone? ¿Harto de que todo le salga bien? No se preocupe, aquí tiene usted el antídoto: un libro que le ayudará a fracasar y conseguir siempre ese deseado resultado adverso.

Fracase usted a lo grande, fracase mejor, como decía Beckett. Pero ¿cómo va a hacerlo? Primero, piense en algo enorme, propóngase una empresa descomunal, no es plan de fracasar con menudencias. Segundo, acometa la empresa sin esperanzas de éxito pero con absoluto convencimiento:
"La falta de esperanza es crucial porque anula el efecto más pernicioso del fracaso, que no es otro que el desengaño, que a su vez segrega otro sentimiento deleznable, la frustración. El desengaño nace, como la propia palabra anuncia, de haber estado previamente engañado y ese engaño es precisamente el generado por la esperanza."
En tercer lugar, no se olvide de que su fracaso sea lo suficientemente visible, de que las personas a quien usted quiere y respeta le tengan por un auténtico fracasado.
 "Y si consigues no querer nada, entonces en efecto no fracasas, el fracaso no es una opción y por tanto nadie le dedica un ensayo, ni siquiera un aforismo. Porque si niegas el deseo, niegas el proyecto, niegas la posibilidad de fracasar porque nada te propones, más allá de esa misma negación."

Bruce Bégout: el horror es un parque de atracciones

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Bruce Bégout, Le ParK (2010), traducción de Rubén Martín Giráldez, Barcelona, Siberia (2014)
http://www.editorialsiberia.com/lepark.html

Parque de atracciones del espanto, Le ParK es un folleto informativo, una entrada de enciclopedia (a lo Borges), un texto periodístico, un prospecto de medicamento, tal vez una crónica de un lugar del que huir como de la peste o los campos de exterminio o de la más abominable celda de tortura. 
"¿Es un laboratorio al aire libre donde se ponen a prueba, a la vista de todos, las futuras prácticas de control social?"
Bégout utiliza un lenguaje frío como lo que describe: Le ParK está situado en una isla (a lo Bioy) a la que acuden algunos turistas que disfrutan del horror. Conocemos algunos casos (los pocos momentos verdaderamente narrativos del libro), como la historia de Leer, un hombre que llegó por una entrevista de trabajo y a quien le suceden cosas muy similares a las que se producen en Solaris; la historia de Lev, un hombre encerrado allí voluntariamente como prisionero, pues no sabe ni soporta vivir en lo Abierto, o la historia de Lady W., una señora a quien le atrae lo prohibido y el dolor, sobre todo el de los demás.
"Nunca un lugar ha dado la sensación de estar tan conectado con las emociones más sombrías del alma humana, como marchando al unísono."
Construido por un arquitecto llamado Licht con el dinero de un magnate ruso de nombre Kalt, este espeluznante parque de atracciones responde a una teoría bien particular: la neuroarquitectura, cuyas directrices conocemos porque podemos leer algunos fragmentos del libro Introducción a la neuroarquitectura, cuyo autor es el propio Licht. Tal vez sea la parte más interesante de todo el libro:



No sin humor del más negro, Le ParK describe toda la violencia de la que es capaz el hombre, toda la impunidad a la que nos enfrentamos como sujetos de un experimento social encaminado a construir robots a quienes ya no afectan no solo las reminiscencias del horror del pasado (Auschwitz, gulag, Guantánamo, etcétera), sino todo aquello producto de la imaginación que trabaja a favor de lo Oscuro y que, lamentablemente, está sucediendo en el mundo real.

Notas sobre la visita de Ngũgĩ wa Thiong’o a Barcelona

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Ngũgĩ wa Thiong’o, Descolonizar la mente (1986), traducción de Marta Sofía López Rodríguez, Barcelona, Debolsillo (2015)
http://www.megustaleer.com/libro/descolonizar-la-mente/ES0139172

[Publicado en Liberoamérica el 15/08/2017]

Apunto algunas reflexiones sobre la conferencia de Ngũgĩ wa Thing’o en el CCCB. Fue como leer su libro Descolonizar la mente. Las mismas ideas. Me decepcionó un poco, porque el enfoque fue solamente político (en cuanto a la lengua). Yo pensaba que se explayaría algo más sobre cuestiones formales: texturas, sintaxis, relaciones semánticas-pensamiento, por ejemplo. Tiene un discurso marxista y antiimperialista. A primera vista uno está de acuerdo, no lo niego, pero con la lectura de Descolonizar la mente es más que suficiente como para seguir abundando en este aspecto.
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Eduardo Halfon y la memoria

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Eduardo Halfon, Duelo, Barcelona, Libros del Asteroide (2017)
http://www.librosdelasteroide.com/-duelo

Si acaso este libro trata sobre algo quizá sea sobre la memoria, sobre la falsedad de la memoria y la fragilidad de su construcción. También sobre un viaje al pasado, a los recuerdos que se encarnan como fantasmas en un escenario a veces tan onírico que enseguida acuden reminiscencias de Juan Rulfo.

"Y yo me convencí a mí mismo de que no los estaba engañando, de que no era mentira, de que esa versión de la historia alguna vez había sido verdad, al menos para mí."
Por lo demás, encontramos a Eduardo Halfon en estado puro: prosa meditativa y escritura de autoficción. 

Piglia y Murakami hablan de escribir

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Haruki Murakami,
De qué hablo cuando hablo de escribir(2015),
traducción de Fernando Cordobés y Yoko Ogihara,
Barcelona, Tusquets (2017)
Murakami desentraña sus secretos: nos cuenta cómo escribe. Para empezar, dice que en su opinión el escritor no debe ser extremadamente inteligente, porque si tiene las ideas claras, no hará falta tomarse el trabajo de construir una novela, proceso lento y de descubrimiento de aquello que verdaderamente se quiere escribir. Piglia viene a decir lo mismo sirviéndose de una metáfora: "un artista es aquel que nunca sabe si va a poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a poder nadar la próxima vez que entre en el lenguaje".
Murakami abunda: "El fundamento de todo escritor es contar una historia; expresado con otras palabras se puede decir que es penetrar en la parte más profunda de la conciencia. En cierto sentido es sumergirse en la oscuridad del corazón". 
Al parecer las metáforas acuáticas son bastante cercanas a lo que significa "entrar en escritura". El que escribe se zambulle presa de entusiasmo y va hacia algún lado sin tener ni idea de adónde asomará la cabeza. Como precisa Piglia: "El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la distorsión. El relato avanza siguiendo un plan férreo e incomprensible y recién al final surge en el horizonte la visión de una realidad desconocida: el final hace ver un sentido secreto que estaba cifrado como ausente en la sucesión clara de los hechos."

Ricardo Piglia,
Formas breves,
Barcelona, Anagrama (2000)
¿Y qué opina Murakami sobre la imaginación? Cree que "la imaginación es una combinación de recuerdos fragmentados e incoherentes. Esa memoria incoherente combinada de forma eficaz, por muy contradictoria que pueda parecer, puede tener un carácter tanto preventivo como intuitivo y, en mi opinión, eso debe transformarse en el motor y en la fuerza de la historia". Piglia universaliza la misma idea: "La tradición literaria tiene la estructura de un sueño en el que se reciben los recuerdos de un poeta muerto".

Sobre la cuestión de la originalidad, Murakami dice que, para ser original, un escritor debe "tener un estilo propio"; "ser capaz de superar ese estilo peculiar" para evolucionar, y esa originalidad debe convertirse, con el tiempo, en "estándar, en norma. Tiene que ser absorbida por la psique de la gente y convertirse en un criterio de valor". En cambio Piglia ve el asunto justo al revés: "el problema no es tanto que una obra sea o no de vanguardia, lo fundamental para un escritor es que el público y la crítica sean de vanguardia". Parece que la manera de leer es fundamental para que la vanguardia acontezca. Tampoco podemos olvidar que el escritor es, ante todo, un lector irreverente de la tradición.

En todo caso, ambos coinciden en que el proceso de escritura conlleva largos periodos de silencio. Murakami: "la fase de preparación es de las más importantes. Es un periodo de silencio durante el cual se gesta y se desarrolla dentro de uno el brote de lo que está por venir". Piglia cita a Macedonio Fernández para decir algo parecido: "Es necesario, dicen, saber ser lento, se debe saber callar".

Eduardo Lago o cómo narrar la página

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Eduardo Lago, Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, Barcelona, Malpaso (2013)
http://malpasoed.com/es/libro/siempre-supe-que-volveria-a-verte-aurora-lee/

Sorprendente, juguetona, paródica, a medio camino entre el trhiller intelectual y la novela puzle de estructura compleja, Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee nos cuenta la historia de un escritor que contrata a otro escritor para que este, que domina con soltura la escritura por encargo, deduzca cuáles hubieran sido las bases narrativas de la última novela no terminada del genial Vladimir Nabokov conocida como El original de Laura. Este arranque nos lleva a leer unas cuantas aventuras de doble trama (el escritor fantasma también tiene otro encargo: la biografía de un magnate), contada a partir de diferentes voces y materiales heterogéneos. Ahora bien, lo más sorprendente: el juego narrativo con el diseño de la página, es decir, cómo narrar la página:
"Baje a la zona de notas, su presencia aquí arriba me distrae mucho."
Por lo demás, abundan las referencias literarias convertidas en chistes de especialista, aunque si no los pillas no pasa nada. De modo que podríamos decir que se pasa un buen rato, cosa que se agradece, aunque eché en falta un poco más de profundidad o al menos un poco de aquello que Alan Pauls llamaría enrarecimiento.

"Que más que a otro libro, El original de Laura se asemeja a lo que nos pasa en la vida. Como en la vida, no hay ningún narrador encargado de controlar lo que pasa."

Chantal Maillard y la razón estética

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Chantal Maillard, La razón estética (1998), Barcelona, Galaxia Gutenberg (2017)

En la era de la posverdad, en la era de la ficcionalización absoluta y la ironía desmedida, La razón estética de Chantal Maillard, reditada por Galaxia Gutenberg veinte años después, es una lectura que, además de deliciosa y desentrañadora del concepto de posmodernidad, aporta los elementos necesarios para comprender lo que estamos viviendo. Pero ¿qué es exactamente "razón estética"?
"Razón creadora, por tanto, más que creativa, la diferencia es importante. La creatividad puede definirse como la capacidad de un sujeto para enlazar, asociándolos, unos elementos dispersos; la creación, en cambio, es la capacidad de diseñar mundos posibles: formas actuantes. Una forma actuante es una especial disposición de la realidad ―universo poético o narrativo― que tiene la particularidad de transmitirse, de asentarse, de modificar la visión y, por tanto, de formar cultura."

Sin embargo, ejercer la razón estética requiere cierta responsabilidad ética, viene a decirnos Maillard en el prólogo. He aquí el problema al que nos enfrentamos cuando la ficción llevada a la percepción de lo cotidiano, al entendimiento del mundo, a la concepción de otro mundo posible, se neutraliza o se banaliza hasta convertir un poder valioso, desestabilizador y disidente, en un "todo vale".
"La distancia que permitía tomar conciencia de la ficción se ha reducido drásticamente. Esto permite neutralizar las emociones dolorosas que experimentaríamos ante un hecho trágico si asistiésemos a él sin mediación y, consecuentemente, frenar los movimientos de rebeldía que nuestro rechazo pudiese generar. El peligro, el enorme peligro de la representación es que cualquier acontecimiento, sea este de la naturaleza que sea, se recibe con una tasa de placer que viene a sumarse a la variante emocional que entra en juego. Ese es el poder de la ficción. Cuando asistimos a los acontecimientos como si fuesen un espectáculo porque se nos re-transmiten por los mismos canales y en el mismo formato que la ficción, nos llegan con ese plus de placer que caracteriza todo espectáculo. Los noticiarios se convierten entonces en capítulos de una serie televisiva y las historias de corrupción o el seguimiento del éxodo de las poblaciones, en sendos culebrones que se reanudan a diario a la hora prevista y que reconocemos por el titular: 'Crisis de refugiados', 'Ataques terroristas', etcétera.

La razón estética es un libro absolutamente recomendable. Nos explica la posmodernidad y apuesta por la razón estética mediante la imaginación y la ironía, dos herramientas que, utilizadas a favor de la Luz, son capaces de transformaciones esperanzadoras, pues la esperanza es lo último que se pierde. Por si acaso, dejamos un conjuro para decir mentiras (ficciones) y construir verdades.

Monika Zgustova y las mujeres supervivientes del gulag

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Monika Zgustova, Vestidas para un baile en la nieve, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2017)

[Publicado en Revista de Letras el 22/09/2017]

Aleksandr Solzhenitsyn argumentaba que había sido encerrado en el gulag por ingenuidad: sabía que no podía mencionar secretos militares pero creía que se le permitiría pensar. Saul Bellow se refería al sufrimiento del pueblo ruso, el de sus antepasados, como uno de tal magnitud que los supervivientes se perciben, aunque no lo pretendamos, como más “humanos”. Naturalmente que algo de todo esto ―la injusticia, la desesperanza, la humanidad, la intensidad de la amistad―, encontramos en Vestidas para un baile en la nieve, de Monika Zgustova (Praga, 1957), publicado por Galaxia Gutenberg, libro de entrevistas, a medio camino entre la crónica marcadamente literaria y el testimonio, que nos recuerda a Vasili Grossman, Ilyá Ehrenburg o Svetlana Aleksiévich, pues enseguida identificamos ese estilo de la prosa y el diálogo de los grandes escritores rusos. Las entrevistadas son mujeres supervivientes que el régimen catalogaría como intelligentsia, que por mala suerte (muchas veces), por ingenuidad o por combatir contra el estalinismo, fueron enviadas al gulag.
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Javier Cercas y Margaret Atwood: el misterio de escribir (dos citas)

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Javier Cercas,
La velocidad de la luz (2005),
Literatura Random House,
Barcelona 82013)

"Que aún no sepas de qué va la novela [...]. Si lo sabes de antemano, malo: solo vas a decir lo que ya sabes, que es lo que sabemos todos. En cambio, si aún no sabes lo que quieres decir pero estás tan loco o tan desesperado o tienes el coraje suficiente para seguir escribiendo, a lo mejor acabas diciendo algo que ni siquiera tú sabías que sabías y que solo tú puedes llegar a saber, y eso a lo mejor tiene algún interés. [...] Lo que quiero decir es que quien siempre sabe adónde va nunca llega a ninguna parte, y que solo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho."






Margaret Atwood,
La maldición de Eva (2005),
traducción de Montse Roca,
Lumen, Barcelona (2006)

"Odio escribir acerca de mi escritura porque no tengo nada que decir sobre el tema. No tengo nada que decir porque no me acuerdo de lo que pasa mientras lo hago. Esos momentos son como pequeñas piezas fragmentadas de mi cerebro."

Cynthia Ozick o no hay que rendirse demasiado rápido

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Cynthia Ozick, La galaxia caníbal (1985), traducción de Ernesto Montequin, Buenos Aires, Mardulce (2017)
http://www.mardulceeditora.com.ar/ficcion.php

[Publicado en Revista de Letras el 04/10/2017]

Cynthia Ozick (Nueva York, 1928) dice que escribir es una especie de “locura alucinatoria” de la que no se puede escapar, y tal vez por eso sus textos exhalan autenticidad e ironía, erudición y algo de alocamiento. Ella es maestra del desparpajo filoso y de servirse de metáforas sorprendentes, pues suele construirlas con lenguaje cotidiano de trazo certero. Rasgos estos que encontramos ya en La galaxia caníbal, segunda novela publicada originalmente en 1985 y por fin traducida al castellano de la mano de Mardulce, novela que viene a confirmar que Cynthia Ozick construyó su voz, desde el comienzo, con decisión y originalidad. Es cierto que suele contarnos historias que implican el Holocausto o la condición de extranjero, cuyos personajes acostumbran a relacionarse con el arte o con la intelectualidad. Esta novela no se aleja de ello, por eso se la agrupa generalmente con la narrativa judía norteamericana: un tono bastante próximo a la ironía triste de Saul Bellow.
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Karla Suárez y el viaje de la memoria

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Karla Suárez, El hijo del héroe, Barcelona, Comba (2017)
https://www.editorialcomba.com/catalogo/libros/narrativa/hijo-del-heroe/

Ernesto, el protagonista de esta historia, está a punto de viajar a Angola. Uno se pregunta por qué, aunque enseguida queda claro: su padre ha muerto allí. Su padre, el "héroe" para la familia, fue uno de los héroes de guerra de la independencia de Angola. Entonces se nos recuerda que para los cubanos la Historia está metida en sus entrañas. De modo que, mientras Ernesto está viajando rumbo al continente negro, va recordando no solo su propia vida, sino también la de su país.

El hijo del héroe trata sobre las implicaciones de Cuba en la independencia de Angola, acaecida en 1975. Pero también traza un recorrido por la historia de Cuba y refleja un fresco de todos esos inmigrados cubanos en escenarios europeos como Berlín y Lisboa. 
"A veces me pregunto dónde termina el peligro real y empieza la paranoia. La línea es demasiado sutil. Renata decía que no había nada peor para alguien con manía persecutoria que tener la posibilidad de ser perseguido, y en Cuba sucedía algo similar: nos habían inoculado la enfermedad de sentirnos en peligro."
Narrada con una prosa que avanza como un vaivén de memoria y presente, emparentada con el boom latinoamericano, con un tono clásico, entre tierno e intimista, va entretejiendo la voz en primera persona con referencias literarias (el título de cada capítulo es el de alguna obra) y muchas canciones.
 "[...] para mantener una conversación interesante me bastaba con tomar apenas los títulos de los libros y enlazarlos con pocas palabras." 
Una conversación con el pasado, y también: un atisbo de esperanza.

Pilar Adón, la sumergida

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Pilar Adón, La vida sumergida, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2017)

La vida sumergida es un libro de quince relatos para leer a la manera del buceo, es decir, sumergiéndose y aguantando la respiración, pues la prosa de Adón es urgente, rítmica, veloz y poética. Una prosa brillante, por cierto. De frases cortas.
"Extraer del barro la explicación a su existencia. Desentrañar el significado de cada estímulo para quedarse tranquila y poder regresar a sus actividades cotidianas. Sus otras actividades cotidianas. Creyendo que semejantes explicaciones se encontrarían en la base de los montes, bajo las pilas de materia fusionada al azar. Creyendo que podrían desenterrarse con solo escarbar. Revolviendo bajo el abono de los cultivos. Bajo las semillas alojadas en las hileras de los huertos." ("Pietas")
Con ella se entretiene más en la descripción que en la acción: aquí tenemos quince fotografías del estado de ánimo y de ciertas extrañas percepciones de un montón de personajes descontentos de sí mismos, necesitados de despojarse de algo. Personajes que habitan casas espaciosas, que esperan en andenes de tren, que se relacionan con los demás bajo la dialéctica del amo-esclavo, que contemplan la naturaleza o los objetos cotidianos, y se asombran.
"Durante los primeros días en la casa en completa soledad, empezó a darse cuenta de que todo le parecía extraño: que un fuego diese calor, que las cosas se movieran tras una simple aplicación de fuerza con un dedo, que el aire se pudiera respirar, que una rama flotara en el agua... Que su vida consistiera en abrir cajones de cómodas." ("Virtus")
Pilar Adón nos invita a sumergirnos en los detalles y a mirar con otra perspectiva lo cotidiano.

Angela Carter en el país de las atrocidades

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Angela Carter, Quemar las naves (1995), prólogo de Salman Rushdie, traducción de Rubén Martín Giráldez y Jesús Gómez Gutiérrez, Madrid, Sexto Piso (2017)
http://www.sextopiso.es/esp/item/386/quemar-las-naves

Una semana entera acompañada de los cuentos completos de Angela Carter bastan para notar que las paredes sudan miedo y oír, como tintineantes campanitas, carcajadas que de tan naifs provocan escalofríos. Porque Quemar las naves es Angela Carter como revisitadora del cuento de hadas y de terror, de fábulas repletas de animales y vampiros, de espejos y marionetas, del desenfado de una Alicia en el país de las atrocidades. 
"Hay bebés en sus ojos. Cuando te mira, te reduplicas inevitablemente. Sus ojos provocan el engendramiento." ("Obertura y música incidental para Sueño de una noche de verano")
La ironía es desbordante, inteligente. La prosa es elegante, culta y, a la vez, irreverente. Carter destila sensualidad y exuberancia. Es perversa, cínica e hilarante. Su sexualidad es la de aquellas mujeres que no tienen un pelo de tontas y que gustan de los hombres hermosos a los que, a la vez, temen. 
"Si la única combinación posible para nosotras es la del doble salto mortal del amor, tal vez es mejor ser valorada solo como un objeto de pasión que no ser valorada en absoluto. Yo nunca he sido tan absolutamente misteriosa para otro. Me he convertido en una especie de fénix, una bestia fabulosa; una joya extravagante. Pero a menudo me he sentido como alguien que imita a una mujer." ("Un recuerdo de Japón")

Carter es carnaval, parodia; es alocada y charlatana. Su prosa discurre desenfadada como una barca sobre un lago tranquilo, aunque enseguida notemos que allá abajo habita lo inquietante. Carter destripa y se mofa de todo, tomando al lector por cómplice de su desmembramiento. Construye variaciones de la tradición, las reformula y satiriza constantemente.
"En Borgoña, en la Edad Media, se celebraba la Fiesta de los Locos que se prolongaba durante los días muertos, ese lapso vacío de tiempo en el cual, según la mitología bárbara de los nórdicos, el cielo lobo se comía al sol. Para cuando el cielo lobo vomitaba al astro, una o varias personas habían devuelto a su ser al Año Nuevo a base de follar durante los días en los que todos los chicos llevaban ramitos de muérdago en los sombreros. Un trabajo sucio, pero que alguien tenía que hacer. Hacia el siglo XIV, los para nada bárbaros borgoñeses lo habían olvidado todo del cielo lobo, claro está; pero ¿habían olvidado con ello el orgiástico no-tiempo del solsticio, que, en su momento, fue también el de las saturnales, la época revuelta, la libertate decembris, cuando los señores se cambiaban por los esclavos y cualquier cosa podía suceder?" ("En Pantolandia")

No es lectura para paladares impresionables, sino para aquellos que prefieren no ofenderse.  

Adolfo Bioy Casares y J. G. Ballard: islas (dos citas)

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Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel (1940), Madrid, Alianza (2010)
https://www.alianzaeditorial.es/libro.php?id=3142701&id_col=100500&id_subcol=100501

"Estar en una isla habitada por fantasmas artificiales era la más insoportable de las pesadillas; estar enamorado de una de esas imágenes era peor que estar enamorado de un fantasma (tal vez siempre hemos querido que la persona amada tenga una existencia de fantasma)."





J. G. Ballard, Playa terminal (1964), traducción de Aurora Bernández, Barcelona, Minotauro (2000)

"Había motivos inconscientes más fuertes, reconocía Travers, para dejarla tal como era ahora: si el hombre primitivo había sentido la necesidad de incorporar a su propia psique los acontecimientos del mundo exterior, el hombre del siglo XX había invertido el proceso... De acuerdo con esta vara de medir cartesiana, la isla al menos había existido, lo que no podía decirse de muchos otros lugares." ("Playa terminal")

Mónica Ojeda: una jugadora en loop

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Mónica Ojeda, Nefando, Avinyonet del Penedès, Candaya (2016)
http://www.candaya.com/producto/nefando/

Cuesta leer novelas arriesgadas hoy en día y más si se trata de novelas escritas por mujeres, no creo que porque ellas no escriban novelas arriesgadas, sino porque pocos editores apuestan por lo que, dentro de poco, será inevitable: las mujeres son la mayoría lectora y ya no podrán ofrecernos cualquier cosa. De modo que los editores tendrán que rebuscárselas para hallar manuscritos con los que sus lectoras se sientan identificadas, sobre todo con respecto a las experiencias femeninas. ¿Qué es la literatura sino comunicación de una experiencia, invención de un mundo propio, transmisión allá en el lector de algún tipo de emoción o interrogante?

Nefando me sorprendió en este sentido. Me gustó su estructura desordenada, su prosa veloz, poética por momentos y sencilla a un tiempo. Digamos también que apenas puede escapar de Bolaño, pero esto ya es la marca de una generación.

Hablemos de la peripecia, aunque apenas si encontramos aquí un hilo narrativo (tal vez su punto más flojo): seis compañeros de piso en Barcelona que pivotan alrededor de un videojuego llamado Nefando, algo, por lo visto, bastante oscuro y pornográfico. Tenemos entrevistas a los personajes y tenemos una novela pornográfica intercalada. Tenemos comentarios en la red de las experiencias sobre el videojuego (tal vez el capítulo más interesante). Tenemos incontables reflexiones sobre el lenguaje, la escritura, la sexualidad, la pornografía, la violencia, la infancia.

Digamos que la experiencia de lectura de Nefando se parece bastante a la descripción que se da del propio videojuego:
"Podría decirse que era un juego para voyeuristas porque ibas checando y dándole clic a cosas y a través de eso te enterabas, a veces sí, a veces no, de lo que pasaba, que al final era siempre nada, o al menos así fue al principio. La nada ocurría todo el tiempo, repetida en loop, porque Nefando no estaba hecho para complacer a nadie a excepción de sus creadores. Por eso digo que no era un juego, aunque simulara serlo: porque trascendía todos los géneros conocidos y se situaba en una especie de limbo de la impostura."

Pablo Maurette y las cosas del tocar

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Pablo Maurette, El sentido olvidado, Buenos Aires, Mardulce (2017)
http://www.mardulceeditora.com.ar/philos.php

[Publicado en Revista de Letras el 20/11/217]

En la era del oculocentrismo, es decir, del privilegio de la vista por encima de todos los demás sentidos al que nos tiene acostumbrados nuestra cultura occidental desde el principio de los tiempos, no deja de llamar la atención un ensayo sobre el tacto o lo háptico, un recorrido por la literatura que privilegia las cosas del tocar.
Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979), escritor, guionista cinematográfico y profesor de literatura en la Universidad de Chicago, nos trae El sentido olvidado: ensayos sobre el tacto de la mano de Mardulce, con prólogo de José Emilio Burucúa, que complementa con representaciones pictóricas aquello que viene a decirnos el autor: el sentido del tacto es “la única forma del sentir que el ser humano no puede perder”; también “la única variedad del sentir que no está localizada en un punto u órgano específico del cuerpo”, y “el único sentido que se desdobla”, pues “cuando nos tocamos estamos a la vez tocando y siendo tocados”.


Ricardo Piglia: el escritor como crítico (una cita)

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Ricardo Piglia, Los diarios de Emilio Renzi, Un día en la vida, Barcelona, Anagrama (2017)
https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/los-diarios-de-emilio-renzi/9788433998422/NH_592


"Jueves 29 de enero
El escritor como crítico. La crítica no ha incorpordo el trabajo de los escritores (sobre todo a partir del siglo XIX).
La crítica literaria está atada a los saberes externos (por eso envejece). 
[...] Terreno inexplorado (en el muy agotado campo de la investigación literaria): el aporte de los escritores a la teoría y la reflexión sobre la literatura. Un escritor no tiene nada que decir sobra su propia obra, pero tiene mucho que decir sobre la literatura. 
[...] La escritura cambia el modo de leer.
¿Qué clase de lectura es esta?
Forma de intervención. El tipo de intervención define la forma.
Muchas veces es personal (diarios, cuadernos, conferencias, prólogos). Muchas veces es pedagógica, las clases de Nabokov, el curso de poética de Valéry, los manuales de Pound. Muchas veces es polémica, discusiones, manifiestos, debates, cartas. Muchas veces está en los textos de ficción, basta pensar desde luego en Don Quijote y podríamos dedicar una conferencia solo al análisis de esa novela.
Rasgos: la lectura técnica (constructivista, como la llama Pound). La lectura ficcional. La lectura estratégica."


 

La novela deejay VIII

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Si imaginamos un destino de la literatura similar al destino de la música, en el sentido en el que hoy aplaudimos y celebramos y adoramos al deejay como si de una estrella de rock o de un concertista virtuoso o de un afamado compositor se tratara, y celebramos su trabajo, es decir, el de poner discos, como arte, o mejor dicho, celebramos su collage y su mixtura y su capacidad de navegar por el tiempo y la tradición, de hacer tremolar el tiempo sobre diferentes bases, y extrapolamos el fenómeno al libro, o mejor, al libro electrónico, y pensamos que el escritor dejará de ser ese juntapalabras o el que busca estilo y contruye una escritura, y que su función se habrá desplazado hacia un diseñador-maquetador con talento, con conocimientos de programador, que fabrique collages y corta-pegas y links de navegación por las grandes obras de todos los tiempos y aplaudamos su trabajo, lo celebremos como gran hacedor de los tiempos por venir, y colaboremos para que pueda ganarse la vida con mucha mayor soltura que un escritor, porque tal y como dicen algunos, y no sin razón, con semejante tradición para qué escribir o reescribir, o contestar y dialogar con esa tradición, quizá sea suficiente con manipularla y fragmentarla y servirnos de ella para contar la historia que queramos, para seguir ejecutando el hecho literario.

Por ejemplo, yo podría continuar con el montaje de una autobiografía in progress, que ya comenzara con el post La novela deejay, La novela deejay II,La novela deejay III,La novela deejay IV, La novela deejay V, La novela deejay VI y La novela deejay VII utilizando un fragmento de Pensar/Clasificar de Georges Perec para explicar la textura de muchos de mis sueños, sueños narrados, sueños ya escritos:


La siesta de tus aguas (2006)

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He visto que dormías y que tus labios se hinchaban blandamente, y que en tu boca crecía un globo de saliva, un espeso círculo de baba compuesto de tus sueños, una esfera que brillaba con la luz pálida del invierno y que ha terminado por despegarse trabajosamente de tu boca para salir volando, globo acuoso y libre, y que ha cruzado lentamente la habitación y ha salido por la puerta como un aliento rechazado. Tu burbuja que flotaba por toda la casa, paseándose como una señora gorda, ha terminado por chocar contra la pared. Pobrecita. La burbuja se ha reventado, sí, ha explotado como una bola espesa, hecha de grumos y agua, compuesta de los ecos que tu alma expira en un ronquido. Y ha hecho un ruido sordo al chocar, y ha caído al suelo. Y la he visto reposar, la esfera fofa que se deshacía, indefensa, hasta que se ha desparramado y multiplicado para inundar el pasillo. Ese globo de saliva que salió de tu boca. Pero tú estabas dormido. Y también he visto que una fina lágrima crecía en tus pestañas poco a poco, una cristalina lágrima de tu sueño, una exquisita perla blanca que se escapaba de tu cuerpo que yacía tiernamente. Debajo de tus párpados, una y otra vez la lágrima huía de ti, resbalaba por tus mejillas y caía repetida como una llovizna clara. Y he dejado que humedeciera las sábanas, que mojara lentamente el edredón de la siesta, esa agua gruesa que salía de tus ojos como gotas de mercurio ámbar. Y he decidido dejarte dormir, para que la tenue claridad de la tarde reposara blanda en tu cuerpo. Y he decidido permanecer a tu costado, en nuestra isla de almohadas que nos salvan del río blanco que construiste dormido. Porque nos rodean las aguas de tu saliva y de tu lágrima, el espeso líquido con el que inundaste la casa. Tú que dormías, inocente, apartado del deslizamiento que se estaba produciendo en ti. Todas las aguas de tu sueño que caían en cascada desde la cama al pasillo. Y he pensado que debía salir de allí para no ahogarme, para evitar el grito de mis pulmones asfixiados. Y he sentido que toda mi columna vertebral flotaba en ti. Y he nadado en el pasillo, y he dejado que tu sueño me empapara, y he visto que la casa se hidrataba toda de ti. La casa, las paredes de la casa blanca, las pálidas sombras de la tarde, la plácida siesta en tu frente. Y he vuelto a ti, atravesando con mi cuerpo entumecido las espesas aguas blancas, y he subido a nuestra isla, y he visto que aún dormías, y me he abrazado a ti para soñar contigo, cómodamente envuelta en tu cuerpo. Y he despertado, y tú ya no dormías, ya no. Y el río de ti había regresado a tu boca, se había deslizado por las rendijas de tus pestañas para que pudieras volver a la vigilia, para que la humedad de las aguas tuyas se diluyera en el aire. Y he visto que el vapor se esfumaba de la siesta y buscaba las ventanas para encontrarte, más tarde, lejos de aquí.
 
Del libro de cuentos Tangos en prosa, Valladolid, Agilice Digital, 2014]

Nicanor Parra: Incredulidad, ecología y antipoemas

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Nicanor Parra, Ecopoemas, Barcelona/Las Palmas, Vegueta ediciones (2017)


[Publicado en Liberoamérica el 12/12/2017]

Con 104 años de edad, la poesía de Nicanor Parra sobrevivirá a esa persona llamada «Nicanor Parra». Una persona de carne y hueso cuya longevidad no se hace evidente solo en la voluntad de haber sobrevivido físicamente el promedio de vida humano sino en una obra que lo ha trascendido y lo trascenderá después de su desaparición física. Globalmente conocido como el irreverente y parco representante de una estirpe nacional de laureados poetas chilenos como Vicente Huidobro, Pablo Neruda o Gabriela Mistral, así como admirado por escritores de la relevancia de Roberto Bolaño, quien decía de él que «escribía como si fuera a ser electrocutado», Parra es un artista consciente de eso que llamamos «vida» más allá de la experiencia subjetiva y biográfica.
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